15 de abril de 2010

LOS PEQUEÑOS GRANDES MUSEOS DE MADRID

EDITORIAL

Madrid está de moda. No hay nada más que ver el número de visitantes del último año: es la Comunidad de España que más ha crecido en turismo. El incremento de visitantes ha sido notorio. Cuando ocurren acontecimientos de este tipo es porque hay una causa y es que Madrid tiene encanto, es una ciudad abierta y tiene una oferta cultural y artística de difícil parangón en España y, por tanto, digna de ser visitada.

Madrid es una de las grandes capitales del arte en Europa, pero lo que aquí queremos presentar, no son los primeros museos que se nos vienen a la cabeza, esos que están en el primer puesto de cualquier tour turístico –El Prado, Reina Sofía, Thyssen…-, sino un gran elenco de museos más modestos, que, por su riqueza, son granes pequeños museos que no se pueden dejar de visitar si se viene a “disfrutar” de Madrid: El Museo Romántico, el Museo-casa de Sorolla, El Museo de la Ciudad, la Real Fábrica de Tapices, el Museo del Ferrocarril, el Museo Arqueológico, el Observatorio astronómico, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Casa de la Moneda,… y tantos otros que conforman un patrimonio cultural y artístico de una variedad y riqueza inigualable.

No son museos para visitar a la carrera, sino para saborearlos con detenimiento, para leer, empaparse, extasiarse en el deleite de sus obras de arte y de su historia, para dejarse fascinar por sus contenidos, para vivirlos con el placer de quien descubre algo importante, algo nuevo y, nada más terminar su visita, casi hipnotizado, ya está añorando volver, planificar otra visita, otro goce cultural y estético en un espacio concreto, más pequeño, pero entregado a un tiempo libre e indeterminado.