Cuan orgulloso se sienten algunos madrileños de los tan famosos bares donde además de la bebida se sirve el tan famoso bocadillo de calamares. Orgullosas tienen que estar las madres de los propietarios de esos locales, que hacen fortunas a costa de no invertir parte de los beneficios en limpieza. Sí, es un coste, daría perdidas, pero más de un cliente estoy segura que también ha tenido pérdidas tras comerse tan preciado bocadillo.
¿No sería más curioso (y legal) tener el local en condiciones?Incluyendo la comida que se sirve, por supuesto. En fin, quienes quieran ver esta tradición de la comilona del bocadillo de calamares no tiene más que acercarse a uno de estos locales y pedirlo, eso sí, posiblemente tu bocadillo pase por una larga cola hasta llegar al fondo donde te encuentras, si tienes suerte y no se lo queda algún vicioso.
Creo que de nada sirve hablar de los contenidos de la carne de Kebab o de los misteriosos gatos de los chinos, yo personalmente prefiero un gato aseado que no un calamar manoseado.
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